Franky Mostro es todo un clásico
Él cree que el taller está en su casa, pero no es así; la casa está en su taller. Las cosas como son y eso sucede cuando tu pasión por los autos direcciona tu existencia al grado de conseguir que gire en torno a un V8. Diseñador gráfico de formación, fierrero por convicción, fanático Raider de corazón y amante de la cerveza Blue Moon.
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Franky no está solo; lo acompañan sus perros, Caridad y Lucas, la primera es blanca y el segundo negro. “No hay taller mecánico, sin un perro blanco. Así te das cuenta de qué tan limpio está el local y de la calidad del trabajo que hacen ahí”.
Al preguntarle sobre su cada vez más nutrida legión de seguidores, Franky Mostro se sincera: “es difícil cumplirle a todos los que me siguen, pero procuro responder a todos los comentarios que me hacen en las redes”.
Ese es Franky Mostro. Él que dice que todo lo que baje de 8 cilindros, dos puertas y tracción trasera es “pura vacilada”; el que sale a la calle en mangas de camiseta durante una nevada para pedir que le enfilen tres cheeseburguers en el famoso kiosko del parque Washington en Nueva York y el que en franco ademán de irreverencia se disfraza de vaca (con todo y ubres) para asaltar los micrófonos de la estación de radio donde transmite todas las mañanas.
¿Cuál fue tu primer auto?
“Fue un Monte Carlo 1984 manual que ahora trae un motor 388. Lo vi y me dije: Necesito uno de esos y míralo”, nos señala por la ventana de su casa que da al taller.
¿Cómo empezaste en el mundo de los autos?
“Desde niño, mi papá me traía revistas y que ahí tengo, ¿eh? y yo me las aprendía”, nos cuenta con cariño la memoria de su padre que lo indujo al mundo de los autos y cómo fue que coronó ese recuerdo al saber que su padre estaba enfermo y que no le quedaba mucho tiempo:
“Cuando me enteré de que estaba enfermo, dije: ¡Hay que acabarlo ya!” en alusión a la joya más preciada de su colección de más de 16 autos clásicos que ha restaurado a lo largo de su vida, el Ford Coupé negro de 1940 que armó con él como último proyecto y en el que, a modo de homenaje, dejó una parte de sus cenizas a resguardo detrás del tablero “Para que siempre me acompañe cuando salgo a dar la vuelta”.
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¿Es difícil dedicarse a la restauración de autos clásicos?
“Es algo que no termina jamás, puedes terminar el coche en el que trabajas, pero siempre vendrá otro, y otro, y otro…es difícil porque es muy caro y necesitas mucha paciencia. Si no tienes esas aptitudes ni estás dispuesto al gasto que implica, mejor ni te metas… Yo nunca llevo la cuenta, si no, nunca más lo haría”
11 mil caballos de potencia
Cuando lo visitamos para esta entrevista, Franky estaba recién llegado de Estados Unidos. “Me invitaron a unos arrancones de ¼ de milla y la campeona Leah Pritchett me retó; me ganó dos veces, pero yo le gané una y se ardió durísimo, ella no lo podía creer”.
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Las redes
“En Instagram todo es amor, pero en Facebook, la gente se engancha a discutir contigo. En general me tratan bien; me llaman líder de opinión, me buscan como referente de compra”.
Y aunque resulte difícil de creer, a Franky Mostro le apenan las fotos y no termina de acostumbrarse a los nuevos términos “Influencer”, “Youtuber” y cuando se le pregunta si es uno de ellos, divertido interrumpe “¡Yo sí estudié! Soy un periodista automotriz, pero también soy lo que se requiera ser mientras le agrade a la gente y conserve mi estilo”
Cuando haces video ¿Qué es lo que te gusta mas?
“Que la gente se involucre. Yo posteo que el Lucas (su perro) está enfermo y me gusta que la gente pregunte cómo me fue en el veterinario y cosas por el estilo. He creado un vínculo con la gente, me “bullean” con los Raiders, me preguntan cómo voy con los coches”.
“La idea es contar historias de lo que haces en torno al coche, con conocimiento y las bases” y eso ha hecho que su número de seguidores se mantenga en franco ascenso y prueba de ello es una anécdota que él nos cuesta: “Un día Twitter me avisó que se bloqueaba mi cuenta por exceso de tráfico”.
Eso sí, Franky Mostro no está sólo, su esposa ha sido fundamental en todo su andar: “Me gustaría cerrar agradeciendo a la flaca (su esposa) que aguanta todos mis vicios con la compra y la restauración de los coches, cada uno que traigo tarde o temprano lo adopta”
Ahora Franky Mostro se concentra en un Chevy 55 porque le faltaba un auto de esa década para completar su colección, además de ser un modelo icónico para cualquier coleccionista. Eso sí, antes de dejar su taller nos recuerda su frase célebre: “Feas y decentes ni me las presentes”.
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